martes, 27 de noviembre de 2012

El verdadero liderazgo del Pastor no es digital.


El peligro de las redes sociales

Por Scott Hagan
Yo soy un inmigrante digital. Nací en 1962, y el ministerio profesional (de pago) no comenzó para mí hasta 1983. Empecé en el ministerio como pastor de jóvenes de secundaria en una iglesia en el área de San José. La estructura para el éxito era sencilla. Pasa una hora con el Señor lo primero cada mañana; mantén horas de oficina; siéntate detrás de un escritorio organizado; llega a tiempo a las reuniones de personal.
Algo importantísimo para la tarea era mantener actualizado mi calendario.
Para tener éxito tenía que generar, colaborar, y comunicar mis ideas con el personal, así como hacer y cumplir mis citas y compromisos, anotándolos en primer lugar en un calendario. Y todo esto debía suceder durante las horas de oficina, que comenzaban a las nueve y terminaban a las cinco.
Si la iglesia era lo suficientemente grande, había una secretaria en la recepción que recibía las llamadas. Luego ella escribía la información en papelitos y se los entregaba cada vez que uno pasaba por su escritorio.
Si uno respondía después de las horas de oficina, era porque tenía una excepcional disposición que le permitía estar disponible fuera de horas.
Pero esa era la excepción.
He pasado los últimos veinticinco años de mi vida asimilado todo tipo de nuevos avances tecnológicos. En realidad, son cinco. En ningún orden específico, eran el abridor de puerta de garaje automático, el microondas, el reproductor de casetes auto-reversible, y el control remoto de televisión. Y, por supuesto, el avance más importante: la ventanilla eléctrica del auto. Más allá de eso, no ha habido mucho nuevo que requiriera orientación mental. Yo no sabía, sin embargo, que la máquina de fax y el teléfono inalámbrico estaban a la vuelta de la esquina.
Entonces, en algún momento cerca de la mitad de mi vida de liderazgo, me vi deportado a una nueva tierra de las demandas digitales, donde las ideas y los compromisos no tienen correlación con las horas de oficina y donde los líderes pasaron de ser colonos a volver a ser exploradores. En lugar de las horas de oficina, el líder simplemente comenzó a viajar cada nuevo día hasta que la energía se acabara o hasta que ya no pudiera concentrarse más. Luego, después de una breve siesta continuó la exploración, con la colaboración, la generación, y la conexión.
Mientras uno se puede concentrar, el reloj no tiene importancia.
Ahora vivimos una vida de liderazgo sin filtros. Aun con las viejas estructuras de secretarias y horas de oficina, el advenimiento de la accesibilidad digital las veinticuatro horas del día ha creado un mundo nebuloso en que la mayoría de los líderes no tienen idea si se encontraron con lo que fuera que estaban persiguiendo y cuándo fue eso.
El exitoso liderazgo espiritual requiere de tiempo sagrado y de soledad. Los medios sociales son una afrenta a ese ideal.
Cuando Cristo estuvo ministrando a su rebaño, Él estaba a cargo de su tiempo y tenía agentes de apoyo dentro de su equipo apostólico, que intervenían y le ayudaban a llevar la carga. Cristo tuvo el lujo de no tener ningún medio de comunicación social, no tuvo las exigencias de los e-mails, y no tuvo intrusivas llamadas telefónicas. La gente llevaba su palabra a la manera antigua a través del relato y la reflexión.
Los pastores usan la mayor parte de su energía centrándose en la comprensión de la Palabra de Dios y sus implicaciones para la gente común en la vida cotidiana. El desafío ministerial es traducir la Palabra en soluciones viables para la vida. En la iglesia moderna, los ministros dan vida a estas soluciones a través de su astucia y capacidad de contar historias. Cuando las comparten, la pasión con la que presentan el mensaje le trae claridad a la congregación y produce un sentido de conexión con la Palabra y el ministro. Por ser aquel que entrega el mensaje, los fieles suelen poner al pastor en un pedestal.
Para ser ministro del evangelio hay que tener conexiones relacionales: compartir y producir experiencias personales relacionadas con la Palabra de Cristo. Pero esto no garantiza una relación, una amistad personal para todos los que lo perciben como una realidad. Las amistades nacen de las experiencias comunes en que los participantes invierten profundamente; las amistades son recíprocas y equitativas. Los amigos participan en la relación debido a los beneficios personales que generan las relaciones. Los ministros no pueden entablar amistades profundas con cada miembro de la congregación. Ese no es su papel, sino que son responsables de llevar la Palabra a su congregación de una manera tal que otros puedan escuchar y que fomente las relaciones que se hacen en Cristo.
El deseo de un pastor pentecostal, de que esté disponible las veinticuatro horas del día los siete días a la semana, tiene problemas inherentes en la edad moderna de los medios sociales de comunicación. Los ministros deben administrar su tiempo de tal modo que profesionalmente equilibren sus relaciones ministeriales y no alimenten la superioridad o el agotamiento personal.
Un pastor pentecostal debe responder a la necesidad de transparencia y sinceridad y al mismo tiempo debe expresar límites que le permitan dedicar tiempo a la familia, tiempo sagrado para el estudio y la reflexión, y que le concedan un pequeño grupo de amigos escogidos por su capacidad de contribuir a la calidad de la vida del pastor.
El énfasis pastoral debe ayudar a los creyentes a que desarrollen los rasgos de carácter que sean congruentes con la vida de Cristo en la congregación, y no debe convertirse en una caricatura de un ministro impulsado por la falsa sensación de amistad promovida con tanta facilidad a través de las conexiones de redes sociales.
Nadie puede controlar los niveles de información que fluyen entre nosotros sin que tenga un plan para el discernimiento del significado y la acción. Los líderes y los comunicadores efectivos administran la información para mejorar su comprensión y la toma de decisiones. La información no mejora la calidad de nuestra vida a menos que podamos utilizarla y aplicarla en el contexto del trabajo, de la familia, y de la comunidad. La información alimenta el conocimiento y edifica las infraestructuras necesarias para la sabiduría.
Las demandas de los medios de comunicación social alientan a las conexiones de amistad, pero no necesariamente generan verdaderas relaciones que invierten en el éxito de los demás. La presión de demasiadas conexiones frustra el nivel y la calidad de las relaciones que ofrecen ayuda. Lamentablemente, muchas personas pronostican las relaciones establecidas a través de los medios sociales como viables, cuando, en realidad, estas conexiones son superficiales y no tienen afiliación recíproca.
Para los pastores, las relaciones en los medios sociales de comunicación son molestas y carecen de los límites necesarios para hacer la obra pastoral, porque no hay manera de confirmar la información y tener un diálogo. Se ha convertido en la sede de medios de conexiones rápidas; una forma de intercambiar información sin comprobar la comprensión, sin dar retroalimentación, y sin llegar a una comprensión compartida y a la toma de acuerdos. Necesitamos un mejor sistema de cómo los pastores velen por su congregación.
Por ejemplo, los pastores podrían hacer un blog y enviarlo a sus contactos de Facebook en lugar de responder a todos los correos electrónicos individuales o a las peticiones. Sería aconsejable que tengan reuniones periódicas con personas que comparten necesidades comunes; estas reuniones organizadas temáticamente, por un período de 4 a 6 semanas, tendrían como fin que el grupo siga bajo el liderazgo de un laico. Los pastores pueden entonces pasar a otros temas que tengan que ver con la congregación. Las relaciones individuales en la vida de un pastor deben alimentar a las necesidades, fortalecer las habilidades, apoyar el crecimiento personal, y contribuir a la calidad de vida familiar y en comunidad.
Temerosos de la invisibilidad, los pastores modernos a menudo ven la soledad como una contradicción a la necesidad de estar en contacto con los medios de comunicación social. Antes de que sea demasiado tarde, necesitamos una masiva liberación de este modo de pensar. El verdadero liderazgo no puede ser digital, sino que debe ser real, basado en amistades e interacciones humanas. Un gran número de Amigos y Seguidores se han convertido en la nueva clasificación de televisión que define el éxito personal y la influencia. Hemos visto las consecuencias devastadores de los líderes aislados y solitarios que erróneamente interpretaron las grandes clasificaciones en la televisión como algo importante.
Espero que no cometamos el mismo error con los medios de comunicación social. Los medios sociales son una manera fenomenal para hacer publicidad, para animar, y aun enseñar. Es una parte, pero nunca la suma total. Nunca va a reemplazar el verdadero atributo del reino de Dios:“Síganme a  mí, como yo sigo a Cristo.”

SCOTT HAGAN es pastor de la iglesia Mars Hill de las Asambleas de Dios en Sacramento, California.

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